3 herramientas de Escucha Activa
La escucha activa, es una de las habilidades básicas que necesitamos trabajar para poder añadir otras habilidades de comunicación y de liderazgo con éxito.
Esta habilidad es esencial para mejorar las relaciones interpersonales y fomentar un ambiente de trabajo positivo.
La escucha activa va más allá de simplemente oír las palabras que alguien dice; se trata de comprender el mensaje detrás de esas palabras y demostrar que valoramos lo que la otra persona tiene que compartir.
Para llegar un nivel profesional de escucha, que nos lleve a ser buenos líderes, hay ciertas técnicas que debemos entrenar.
Como todo, nos hacemos expertos en aquello que practicamos y si lo hacemos con un objetivo, hay que poner foco en aquello que queremos conseguir.
Cuando practicamos la escucha activa, estamos enviando un mensaje claro a nuestro equipo: sus ideas y opiniones son importantes. Este tipo de comunicación no sólo ayuda a construir un ambiente de respeto, sino que también fomenta la confianza y la colaboración. En un entorno donde las personas se sienten escuchadas, es más probable que se sientan motivadas y comprometidas con su trabajo. Esto, a su vez, puede llevar a una mayor creatividad y a mejores resultados en los proyectos que emprendemos juntos.
Entonces, ¿cómo podemos mejorar nuestra escucha activa? Hay varias técnicas que podemos implementar en nuestras interacciones diarias.
En este post, voy a compartirte, tres de ellas:
Contacto Visual:
Mirar a los ojos de la persona que nos habla, es importante. Esto muestra que estamos prestando atención, y ayuda a crear una conexión más profunda con la persona que está hablando. Cuando miramos a alguien a los ojos, le estamos diciendo que su mensaje es valioso y que estamos interesados en lo que tiene que decir.
La mirada debe ser cálida y amable. Una mirada fija y penetrante puede llegar a intimidar y causar el efecto contrario.
Hacer preguntas:
Es una técnica muy efectiva. Esto no sólo demuestra que estamos escuchando, sino que también nos ayuda a profundizar en el tema y a aclarar cualquier duda que podamos tener. Las preguntas abiertas, en particular, son muy útiles, ya que invitan a la otra persona a compartir más sobre sus pensamientos y sentimientos. Por ejemplo, en lugar de preguntar «¿Te gustó el proyecto?», podríamos preguntar «¿Qué aspectos del proyecto crees que funcionaron bien y cuáles podrían mejorarse?». Se trata de fomentar un diálogo enriquecedor.
Las preguntas deben hacerse en el momento oportuno, sin interrumpir y aportando valor, si no, no tendrán el efecto deseado.
Parafrasear:
La estrategia del parafraseo es muy poderosa. Al repetir con nuestras propias palabras lo que la otra persona ha dicho, trasladamos el mensaje de haber entendido correctamente lo que hemos escuchado.
Además esta técnica es una herramienta de prevención de conflictos, dando la oportunidad al interlocutor de corregir cualquier posible malentendido de manera inmediata.
Por ejemplo, podríamos decir: «Si te he entendido bien, lo que estás diciendo es que el equipo necesita más flexibilidad horaria, ¿es correcto?».
Este tipo de retroalimentación activa es positiva para generar conversaciones sanas y productivas.
Somos personas tratando con personas, líderes que no escuchan bien, acaban rodeados de personas que no tienen nada que decir, y esto dificulta la toma de decisiones y la productividad del equipo.
¿Crees que tu equipo necesita mejorar sus habilidades de comunicación?
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